martes, 17 de junio de 2008

¿Qué características debe tener un profesor para ser un buen profesor?

  • No es mejor maestro el que sabe más, sino el que mejor enseña”. (Vanceli)
  • No se enseña bien sino lo que se hace y quien no investiga no enseña a investigar. Ramón y Cajal.
  • “Un profesor trabaja para la eternidad: nadie puede predecir dónde acabará su influencia” (H.B. Adams)
  • “Si domas a un caballo con gritos, no esperes que te obedezca cuando le hables” (Dagobert D. Runes)


    El tema a reflexionar en esta ocasión, y como término al trabajo realizado, engloba la totalidad de los temas desarrollados anteriormente, ya que un buen docente debe, entre otras cosas, saber el porqué y el para qué de la educación, manejar estrategias de didáctica, y saber evaluar e integrar a todos sus estudiantes.
    Es ya sabido por todos el hecho de que los profesores marcan diferencias en sus alumnos y que influyen en el rendimiento de éstos, así como en su formación y desarrollo personal. Como ejemplo, tenemos que en la definición de Educador realizada por Luis Arturo Lemus, ya en la década de los ’70, se ve a éste como “la persona que ejerce la acción educativa y que influye en otra con propósitos de mejoramiento” 1. Todos tenemos, probablemente, el recuerdo de algún profesor o profesora que nos marcó con su ejemplo, y al que consideramos como un buen profesor. Asimismo, frecuentemente hablamos de que la Educación requiere de mejores profesionales, de BUENOS PROFESORES, pero ¿qué entendemos por un buen profesor o qué características debe tener éste?
    Primero que todo, según mi parecer, lo fundamental en la docencia es sentirse comprometido con su labor, lo que requiere vocación. Un profesor sin vocación será un trabajador más, que desempeña sus labores sólo por un sueldo, y que ve la educación como una obligación más que como un compromiso. Un buen docente debe sentirse ligado a su comunidad educativa y a la realidad de sus estudiantes, así como debe sentir amor por la disciplina que enseña. Lo anterior contribuirá a lograr un clima armonioso y favorable para el aprendizaje, y a la motivación de sus estudiantes.
    El profesor debe conocer muy bien los contenidos que enseña. Debe preparar sus clases y el material con que trabajará, es decir, no debe mostrar debilidades o ambigüedades que puedan confundir a sus estudiantes. Así, el Marco para la Buena Enseñanza, del Ministerio de Educación, (2) estipula que los conocimientos necesarios para un docente abarcan: Contenidos del campo disciplinario, de los alumnos a quienes va a educar, de los aspectos instrumentales de la docencia, del proceso de enseñanza y de las bases sociales de la educación. Según dicho marco, un buen profesor debe reconocer y comprender la realidad de sus educandos; debe poder establecer un ambiente propicio para el aprendizaje; debe analizar su práctica docente, teniendo habilidades de adaptación ante situaciones inesperadas y, por último, debe conocer el contexto educacional y social de la comunidad educativa de la que forma parte.
    Referente a estos últimos puntos, ya dijimos que el profesor debe reflexionar sistemáticamente sobre su práctica, analizar el día a día, lo que ocurre en el aula, el rendimiento de sus estudiantes, sus progresos, evaluar el resultado de su tarea y saber rectificar cuando es necesario; pero, además, debe construir relaciones profesionales y de equipo con sus colegas, ya que esto le permitirá poder abordar problemáticas de los estudiantes en conjunto y realizar tareas de orientación conociendo más profundamente a los educandos. También debe asumir responsabilidades en la orientación de sus alumnos, ya que debe asumir sus responsabilidades, no como mero transmisor de conocimientos, sino como formador de personas. No debe subestimarlos, debe ser exigente con ellos, de manera de incitarlos y motivarlos a la auto superación y a la investigación. Debe confiar en ellos, darles responsabilidades y hablar franca y abiertamente los temas relacionados con el desarrollo intelectual y humano de éstos.
    Resumiendo, dentro de las características que debe tener un buen profesor está el óptimo manejo de la disciplina que enseña, comunicando en forma clara y precisa los objetivos de aprendizaje. Debe contar con estrategias educativas, porque no sólo basta con saber el qué enseñar, sino que es fundamental saber también el cómo. Las estrategias de enseñanza deben ser desafiantes, coherentes y significativas para los estudiantes y tratar los contenidos en la clase con rigurosidad conceptual y realizando una transposición didáctica, para lograr hacer comprensible el saber erudito a los estudiantes. En cuanto a la evaluación de los estudiantes, realizará monitoreos constantes del proceso de comprensión y apropiación de los contenidos, así como de los avances y posibles deficiencias en el proceso, y entenderá la evaluación no como una manera de sorprender a los alumnos, sino como una retroalimentación. Establecerá un clima de aceptación, equidad, confianza, solidaridad y respeto en el aula, manteniendo normas de convivencia que permitan el desarrollo de las clases. En fin, pondrá atención a todas las áreas que lo ayudarán a realizar óptimamente su labor educadora.
1.-Lemus, Luis Arturo. Pedagogía, Temas Fundamentales. Editorial Kapelusz S.A. Argentina,1973.
2. Marco para la Buena Enseñanza. Ministerio de Educación. Chile.

sábado, 7 de junio de 2008

¿Qué acciones concretas realizarías para verificar tu buen desempeño como educador?

Quiero comenzar esta reflexión con las palabras que, el entonces Ministro de Educación, Sergio Bitar, presentaba el Marco para la Buena Enseñanza, donde expresaba que una profesión que tiene claros los parámetros de su óptimo ejercicio es reconocida y legitimada en la sociedad; afirmaba además el ministro que generar colegiadamente los criterios que caracterizan un buen desempeño a partir de la experiencia práctica y del conocimiento científico lleva a la profesión docente a alcanzar dicho nivel y aprecio. Estas palabras me parecen muy acertadas, ya que la docencia debe hacerse respetar y valorar por el importante rol que cumple en la sociedad, y para eso necesita, primero, que los profesores examinen sus propias prácticas de manera conciente, y autocrítica.

La evaluación del proceso enseñanza-aprendizaje implica la evaluación de la práctica docente, de lo que se experimenta dia a día en el aula, por sobre lo que podamos evaluar en un papel; porque es en la clase de todos los días en la que se vivencian experiencias nuevas, porque cada situación es particular, y como profesor se debe estar dispuesto a actuar sabiendo que cada acontecimiento en el aula es distinto, y que se deben enfrentar problemáticas en el área académica como en las relaciones personales dentro de un grupo curso, porque un profesor, sin duda, es mucho más que un transmisor de conocimientos y contenidos, es además, una persona que está formando personas.

Por lo anterior es que, a mi parecer, la respuesta a la interrogante que motiva esta reflexión debe abordar ambos ámbitos de la docencia: el referente a la entrega de conocimientos y formación académica de los estudiantes, y el de su desarrollo personal, porque, recalco, ambas son tareas que cumple hoy en dia el profesor.
Evaluar la labor académica de la práctica docente requiere un análisis del diseño y del desarrollo de las estrategias didácticas que utilizamos, además de los avances en los conocimientos de nuestros estudiantes. Entendiendo que la enseñanza es un proceso, se debe evaluar los avances que los educandos van adquiriendo, para lo que es necesario realizar pruebas de diagnóstico, que me permitan tener una base o una aproximación al estado en que éstos se encuentran, para identificar sus fortalezas y sus debilidades, y así diseñar e implementar las estrategias educativas para mis clases. Para evaluar y monitorear el proceso de comprensión de los contenidos por parte de los estudiantes, entendiendo que la educación es un proceso, es conveniente realizar evaluaciones formativas, que permitan verificar los avances logrados por los educandos, el logro de los objetivos planteados y descubrir las debilidades o falencias en dicho proceso, lo que permite al profesor corregir a tiempo los mecanismos que no estén siendo eficientes o adecuados al aprendizaje. Una buena herramienta para evaluar si el aprendizaje se está cumpliendo de la manera esperada por el profesor es el análisis del producto de los trabajos de los alumnos, ya sea guías o cuestionarios que, más que aprendizajes memorísticos, permitan ver si los educandos son capaces de comprender procesos y de saber formular las ideas y conocimientos adquiridos.

Otro mecanismo que permitirá al profesor verificar si sus estrategias didácticas dan los resultados esperados es realizar, clase a clase, al comenzar, una retroalimentación, o una lluvia de ideas, donde los alumnos sean capaces de sintetizar o presentar las ideas centrales de los contenidos vistos anteriormente, lo que ayudará al docente a evaluar si sus estrategias pedagógicas funcionan y si sus estudiantes están comprendiendo los contenidos.

Ahora bien, con los mecanismos mencionados anteriormente se puede verificar el desempeño del educador en el ámbito de la entrega de conocimientos, pero, como profesores debemos, además, verificar si estamos cumpliendo con el rol formativo que se nos ha encargado. Primero que todo, debemos verificar si somos capaces de establecer un ambiente de trabajo adecuado o propicio para el aprendizaje. Esto puedo evaluarlo teniendo en cuenta si en mis clases existen ciertos actitudes, como por ejemplo, la disposición a aprender por parte de los alumnos, lo que dará señales de una adecuada motivación por parte del docente; además, verificar si en el aula existe un clima de respeto, si los estudiantes pueden expresar sus opiniones y son capaces de respetar las de los demás, si existe una disciplina que, no teniendo que ser rigurosa, permita realizar la clase y asegure la reciprocidad entre el profesor y los alumnos. Importante es, sin duda, que el trabajo del profesor sea sistemático y organizado, por lo que un indicador del buen desempeño del docente será la organización en sus planificaciones y en la estructuración de sus clases, además de las evaluaciones que realiza.
El profesor tiene la resposabilidad de asumir la jefatura de un curso, tarea que no es menor, y que requiere de un compromiso; por ello el profesor debe evaluar si cumple este rol, analizando su apoyo a los alumnos en lo que respecta a su desarrollo personal. Esto puede hacerlo mediante indicadores tales como ver si en realidad conoce las fortalezas de sus estudiantes, si conoce las dicficultades de su grupo curso, si logra potenciar una comunicacón con ellos y si llega a sus alumnos con temas relevantes a la orientación del desarrollo socio afectivo de éstos. Aparte de todas las labores señaladas, el docente tiene la responsabilidad de ser el puente entre la comunidad educativa y los padres o apoderados de los estudiantes, para lo que debe informar a éstos sobre la situación de sus alumnos, las fortalezas y las dificultades. Como profesor debe evaluar si es capaz de tener una comunicación fluida con los apoderados, si tiene la capacidad de llegar a ellos y si puede informar de forma periódica la realidad de sus estudiantes.
Como hemos visto, la tarea de evaluar la practica docente aborda diversas áreas, debido a la complejidad de nuestra profesión, ya que no sólo debemos remitirnos a los resultados obtenidos en una prueba aplicada a nuestros alumnos, sino que se debe evaluar todo el proceso de enseñanza- aprendizaje.



martes, 27 de mayo de 2008

¿Cómo enseñar para que la diversidad de estudiantes presentes en una sala de clases aprenda?

Los seres humanos son únicos e irrepetibles… esta frase es ya bien sabida por todos, pero, ¿cuántos nos detenemos a analizar lo que ello implica? En esta ocasión abordaremos la diversidad en el ámbito educacional, donde el docente se encontrará a diario con una gran cantidad de personas de distintas edades, condiciones sociales, intereses y con distinto capital cultural; tanto así que aunque se encuentre impartiendo su clase en un colegio con estudiantes de un determinado nivel socioeconómico, estará frente a diferentes ritmos de aprendizaje y de motivación y disposición para aprender.

La Reforma Educacional experimentada en nuestro país conlleva una revalorización de la educación, trasladándose la importancia que se daba a la enseñanza, hacia la importancia del aprendizaje y sus procesos; lo anterior debido a la convicción de que ya no basta con pasar las materias estipuladas en el plan de estudios, porque ello no garantiza que los estudiantes aprendieron realmente. Es fundamental hoy en día que el docente, en su práctica pedagógica, tenga presente que el modo de aprender de cada alumno es distinto, que los ritmos del aprendizaje son desiguales, y que ello se relaciona con las experiencias previas, con las capacidades ya desarrolladas, con los sentimientos y la emociones, y con la motivación que los alumnos tengan.

Pero ¿bastará con quedarse en la comprensión y aceptación de cada estudiante es distinto a su compañero? ¿Estaré actuando adecuadamente como profesor si esta comprensión de la diversidad se queda sólo en mi discurso y no la llevo a la práctica, a lo cotidiano, al aula, que es el lugar donde esta diversidad cobra vida? Sin duda la respuesta es negativa.
Es en el aula donde debe asumirse esta diversidad como una realidad. Para ello el docente debe comprometerse con la formación de sus estudiantes. Si nos remitimos al Marco para la buena Enseñanza vemos que éste reconoce la complejidad de los procesos de enseñanza y aprendizaje y los variados contextos culturales en que éstos ocurren, tomando en cuenta las necesidades de desarrollo de conocimientos y competencias por parte de los docentes, tanto en materias a ser aprendidas como en estrategias para enseñarlas; la generación de ambientes propicios para el aprendizaje de todos sus alumnos; como la responsabilización de los docentes sobre el mejoramiento de los logros estudiantiles. (1)
Si continuamos guiándonos por dicho marco, encontraremos que el segundo dominio de éste hace referencia a la creación de un ambiente propicio para el aprendizaje de los estudiantes, mas bien, del ambiente y clima que genera el docente, ya que la calidad de los aprendizajes no está desligado de los componentes sociales y afectivos. El profesor debiera destacar las fortalezas por sobre las debilidades, y el potencial intelectual y humano de los estudiantes. Especial significancia tiene para mí el tercer dominio de este marco, referido a la Enseñanza para el aprendizaje de todos los estudiantes, ya que apunta a generar oportunidades de aprendizaje y desarrollo para todos los estudiantes, para lo cual el profesor organizará situaciones y actividades interesantes que favorezcan el aprendizaje efectivo.
Concretamente, en alusión a la enseñanza para la diversidad de los estudiantes, lo expuesto por el Ministerio de Educación en dicho marco conlleva, entre otros aspectos:
· el que el profesor conozca las dificultades más recurrentes de los contenidos que enseña, es decir, sea capaz de anticiparse a los errores y genere estrategias que permitan superarlos.
· Que utilice recursos y actividades de aprendizaje adecuados para el tema que desarrolla con sus estudiantes y para las características de éstos.
· Establezca un clima de relaciones interpersonales respetuosas y empáticas con sus alumnos; que abra espacios para preguntas, aportes y comentarios de todos sus alumnos y no sólo de los más aventajados, proporcionando a todos los alumnos oportunidades de participación.

Lo anterior se complementa con recomendaciones para el docente, como por ejemplo dirigirse a los estudiantes en un lenguaje simple y claro, para que todos comprendan lo que se está explicando; presente ideas centrales en cada clase y procure no enredarse en detalles; que sea acogedor con sus estudiantes; que enriquezca su clase con recursos audiovisuales; que acepte las consultas de los estudiantes y que al terminar de exponer los contenidos compruebe que los aprendizajes han sido adquiridos.

Otras medidas tendientes a favorecer el aprendizaje de todos los estudiantes es la motivación; por tanto, sería fundamental desarrollar estrategias tales como plantear preguntas al comienzo de la tarea que ayuden a vincular los nuevos aprendizajes con los ya adquiridos, situar los aprendizajes en relación a experiencias vividas, recordar estrategias de aprendizaje utilizadas en situaciones semejantes, etc. También es factible orientar al alumnado para que analice sus aprendizajes, y favorecer la autoevaluación y coevaluación como herramientas.

Perrenoud considera que una buena estrategia para asumir la heterogeneidad del grupo curso es poner en funcionamiento el método de la enseñanza mutua, haciendo trabajar a los alumnos en equipo. Esta competencia pedagógica implica el saber crear las condiciones de cooperación necesarias en las que se ponen en juego determinados valores y actitudes, como la tolerancia y el respeto.(2)

Resumiendo, el que la diversidad de los estudiantes de un grupo curso aprendan está condicionado, básicamente, por las estrategias metodológicas que el docente implemente, las que deberán considerar siempre que las características de los educandos son distintas, así como los ritmos de aprendizaje e intereses, y que el pasar los contenidos del plan de estudios no asegura que todos lo aprendieron.

1. Marco Para la Buena Enseñanza. Ministerio de Educación. Chile. 2003
2.P PERRENOUD. Diez nuevas competencias para enseñar. Editorial Gao, Colección Biblioteca del Aula.







sábado, 17 de mayo de 2008

¿Cuál es según tu opinión la forma más justa de evaluar a un estudiante?

“El Estudio no se mide por el número de páginas leídas en una noche, ni por la cantidad de libros leídos en un semestre. Estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas.” (P. Freire)

He decidido comenzar el tema con esta máxima freireana porque creo representa la primera aproximación a lo que sería para mí la evaluación. Lo aquí expuesto, tal como el tema ha sido planteado, es mi parecer acerca de la manera más justa de evaluar a un estudiante, ya que en nuestra formación como docentes aún no contamos con las herramientas y los criterios, es mas, con la preparación que tal acción requiere, porque la evaluación del aprendizaje de una persona no es algo que pueda tomarse con tal ligereza, porque implica aspectos fundamentales del desarrollo de los educandos. Tanto es así, que hoy en día la evaluación es uno de los ámbitos de la enseñanza que ha concentrado gran atención; en el país ésta ha representado o se había visto como una forma de averiguar y sancionar el aprendizaje, pero, a medida que se ha avanzado en materia educacional y se han realizado reformas a las maneras de enseñar, ha sido necesario también una ampliación en el campo de la evaluación.

Creo que un aspecto y una condición fundamental a la hora de evaluar es que el instrumento escogido para aplicarse sea coherente y consecuente con mi manera de enseñar, porque si en mis clases doy énfasis en la comprensión y en el análisis crítico de los contenidos, no puedo luego enfrentar a mis educandos a un instrumento de medición netamente memorístico, donde no existe el espacio de reflexión ni opinión propia. No sería justo para los alumnos ser evaluados de esta forma, y, además, sería inapropiado para la evaluación de mi proceder como docente, porque si evalúo de una forma en que yo no enseño, no podré saber si los estudiantes están logrando la comprensión de los contenidos; y una de las características de la evaluación es que debe detectar las dificultades de aprendizaje e identificar los fallos que existen en el modo de enseñar y de los procedimientos y estrategias pedagógicas utilizadas.[1]

Por lo tanto, la evaluación para que sea justa debe ir de acuerdo a las herramientas que he entregado a mis alumnos y a la forma en que he enseñado, pero no por esto quiero decir que mi proceder en el aula será la medida con la que evaluaré el aprendizaje, puesto que debo tener claro que no basta con “dar por pasada la materia”, puesto que esto no me asegura que los alumnos hayan internalizado los contenidos.
Los instrumentos de evaluación usados deben corresponderse con lo que se ha vivido en el aula, y deben estar estructurados de manera de no presentar ambigüedades que puedan confundir al estudiante, ya que las evaluaciones deben medir cosas importantes y no tratar de sorprender al alumno, ya que lo que busco es evaluar lo que han aprendido y no lo que no saben. Esta evaluación debiera considerar lo conceptual y lo procedimental, ya que de poco servirá al alumno tener conocimientos específicos en determinadas áreas si no sabe como formularlas y aplicarlas en sentido práctico. Importante es también que las evaluaciones sean continuas para registrar los avances del proceso de aprendizaje de cada alumno y evaluar cambios en sus conocimientos y en las destrezas que va desarrollando.

[1] Castro Rubilar, Nancy, y otros. Currículo y evolución educacional. Ediciones Universidad del Bío Bío. Chile. 2006.

martes, 6 de mayo de 2008

¿Cómo se aprende Historia y Geografía?

La historia y la Geografía son contenidos que, en ocasiones, no cuentan con todo el entusiasmo de los estudiantes en Chile, especialmente cuando se tiene que impartir estos contenidos en colegios técnicos, donde se da énfasis en la formación profesional del alumno. Por las dificultades expuestas, es que resulta fundamental para el docente el plantearse cuáles serían las estrategias metodológicas más adecuadas para enseñar los contenidos, y por ello es primordial que se comprenda, primero, cómo se aprende la historia y la Geografía; ya que, hoy en día no se puede seguir pensando que el estudiante aprenderá la Historia sólo al leerla de los libros y memorizarlas, ya que este aprendizaje memorístico difícilmente perdurará en el tiempo y no le será significativo. Además, si nos remitimos al Marco curricular para el sector, del Ministerio de Educación, vemos que los objetivos a los que se apunta van mucho más allá que la simple y mera entrega de datos fácticos, sino que tiene por propósito desarrollar en los estudiantes conocimientos, habilidades y disposiciones que les permitan estructurar una comprensión del entorno social y les orienten a actuar crítica y responsablemente en la sociedad.(1) Siguiendo al Mineduc, vemos que lo que se busca es que los estudiantes perciban que la Historia y las Ciencias Sociales no constituyen un saber lejano y desvinculado de su mundo.
Ahora bien, ya definidos los planteamientos del Marco Curricular, vamos a la práctica. ¿Cómo logramos que el estudiante aprenda la historia y la Geografía?
Al respecto, el profesor Andoni Arenas, en una entrevista publicada en el portal de educación Educarchile, plantea que: el mayor desafío de un profesor de historia es ser capaz de hacer ver a sus alumnos que ésta se construye en dos planos: uno disciplinario, que busca desarrollar habilidades de historiador a fin de poder elaborar la propia interpretación histórica de un determinado hecho, y otro plano más existencial que apela a que cada uno puede hacer su propia historia…”.(2) El profesor recalca que hoy el cambio paradigmático se relaciona con estimular la pregunta para internalizar la historia como una situación vivencial que permita relacionar, unir puntos entre pasado y presente, a fin de poder sacar conclusiones de ello, y para lograrlo se necesita de mecanismos de participación activa: “les pido a los alumnos que averigüen qué hizo algún personaje, que lean sus cartas o vean imágenes y aprendan a presentarlos(3). Así, los alumnos no sólo están en contacto con fuentes primarias sino que aprenden a valorar datos y personajes de la historia como parte de un proceso.
Estamos de acuerdo entonces en que la Historia y la Geografía se aprenden de forma activa, complementándose con la lectura de documentos y fuentes; los estudiantes no se sentirán estimulados al conocimiento y a la investigación si no pueden relacionar los contenidos con la vida misma, con su realidad y su entorno. Para esto se debe, necesariamente, activar las ideas y los conocimientos previos que se tienen al respecto de cierto contenido; recordando que no debemos subestimar al estudiante y pensar que no sabe nada. También tener presente que los alumnos de hoy viven en una época donde nacen viendo las cosas, con la tecnología y la información a disposición, por lo que se debe hacer uso de material audiovisual, lo que facilitará la comprensión. De igual forma el profesor debe demostrar lo que enseña: por ejemplo, si enseñamos geografía y abordamos el tema de la contaminación un buen recurso sería llevar a los estudiantes a observar el Estero Las Toscas y realizar un análisis crítico de lo que ahí ocurre. Entonces, enseñamos el contenido, lo demostramos, y luego les invitamos a criticar el hecho. De la misma manera, para la Historia es trascendental explicar a los alumnos y demostrar que ésta es continuidad y cambio y que los acontecimientos que ocurrieron en el pasado tienen influencia en el presente. Igualmente es significativo que comprendan la historia como proceso, y no como hechos aislados. Referente a lo anterior, y a modo de ejemplo, un comentario: en la enseñanza básica y media se enseñaba la historia de la Independencia dividida en los períodos de Patria Vieja, Reconquista y Patria Nueva, y la comprensión que tenían los alumnos tendía a ver esto no como algo separado, y no como circunstancias y consecuencias de un mismo proceso.
Para concluir, creo que lo fundamental es entender que la Historia Y la Geografía no se pueden aprender si no se relacionan y vivencian con el estudiante, por lo que lo fundamental reside en la transposición didáctica realizada por el profesor, es decir, el saber erudito hacerlo comprensible para el alumno.
1. Marco Curricular de la Educación Media. Ministerio de Educación, república de Chile. 1998.
2. Andoni Arenas Martija. En: www.educarchile.cl. 25 de octubre 2007

martes, 15 de abril de 2008

Un ambiente para aprender

El proceso de enseñanza-aprendizaje ya no es, como antaño, visto como mera reproducción de conocimientos; ya no se busca que los estudiantes sólo memoricen ciertos contenidos seleccionados y destinados a formar un hombre culto, como veía el enfoque academicista. Hoy se busca lograr un aprendizaje que sea realmente significativo, donde los nuevos conocimientos puedan ser relacionados con conceptos y vivencias del educando, de forma tal que se logre, además, una motivación de éste a aprender.
Pero lograr lo anterior, sin duda, no resulta simple, ya que la enseñanza está condicionada por una serie de elementos que deben considerarse a la hora de realizar la práctica docente, porque, por ejemplo, ¿será lo mismo hablar de urbanismo, de medios de comunicación, a niños de un área rural que a niños que han vivido toda su vida en una ciudad, con todos los servicios a su disposición? Sin duda, el contexto y las vivencias de nuestros estudiantes determinan su forma de entender y asimilar los conocimientos, y si como profesores creemos que los alumnos de un lugar y nivel socioeconómico alto son iguales a los de un estrato social bajo, y que responderan de igual forma, estaremos viendo la educación sólo como un producto.
Para lograr contar con este aprendizaje esperado debemos, como docentes, mantener un buen ambiente en el aula, analizando lo que sucede diariamente en la clase y buscando dar solución a las dificultades que se presenten mediante estrategias para establecer un buen trato y comunicación. Ahora, como establecemos, concretamente, este ambiente adecuado para el aprendizaje? Siguiendo a María Cobián Sánchez, el docente debe conocer y relacionarse con los alumnos, reconociendo el esfuerzo individual y el trabajo colectivo, y siendo conciente de la diversidad de capacidades y características de los alumnos, así como el entorno familiar de ellos. También debe, desde luego, tener un amplio dominio de los conocimientos que imparte, ya que esto le permitirá al estudiante descubrir y comprender procesos y crear escenarios de actividad para la construcción del aprendizaje. Lo anterior tiene real significado, pues, sólo manejando muy bien lo que enseñamos podremos guiar a nuestros alumnos a descubrir por sí sólos, ya que de lo contrario, los educandos se perderían en dicho proceso.
Es fundamental, además, que el docente conozca el plan y programa de estudios y determine si realizará cambios en él de acuerdo al contexto y características de sus alumnos. A lo anterior se añade que debe recurrirse a estrategias didácticas función de las necesidades que se vayan detectando. Es elemental tener en cuenta una adecuada distribución de los tiempos en el aula, del espacio y de la disciplina.
Teniendo estas condiciones de trabajo en el aula solo falta que el alumno tome una buena disposición para aprender y esté comprometido con el trabajo, recordando que la enseñanza es un proceso, y requiere de una interacción entre estudiante y docente.

sábado, 5 de abril de 2008

La disciplina: respeto hacia el otro.

Lo que entendemos por disciplina tiene, a mi parecer, alto grado de subjetividad. Lo pude comprobar hoy al preguntarle a una profesora de Educación Básica, a punto de jubilar, lo que es para ella disciplina en el aula. Para la profesora está consistía en contar con silencio, alumnos en sus puestos de trabajo, que pidan permiso para pararse de éste y que hablen sólo cuando ella lo pida.
Ahora bien, para un alumno en práctica, la disciplina, me respondió, consiste y radica, simplemente, en el respeto, mediante el cual es posible escuchar la opinión del otro, poder realizar una clase armónicamente, mantener buenas relaciones entre profesor y alumno y entre los mismos alumnos.
Como puede observarse, son dos puntos de vista muy distintos. El primero da prioridad a una disciplina entendida como el uso de normas, de control de los educandos. El segundo ve la disciplina como un asunto de responsabilidad y cooperación. Pero, cuál de los dos conceptos es, entonces, la disciplina?
La disciplina, según mi pusto de vista, es una mezcla de ambas concepciones. Nace del respeto por el otro, sea este el profesor o el alumno; requiere cooperaciòn para lograr una óptima convivencia en el aula; es fruto de un trabajo en conjunto, donde, fruto del respeto al que ya he hecho mención, se establecen normas de convivencia y comportamiento, con acciones tan simples e importantes como el asegurar el no dañar al otro, no burlarse ni dañar su integridad siquica ni física; establecer el respeto por las pertenencias del otro y recordar, siempre, que mi libertad termina donde comienza la de mi compañero. Si se vivencian estas actitudes se tendrá un aula donde es fácil impartir las clases, compartir, debatir y trabajar en equipo.
Lo más importante del tema, es que cuando tenemos una sala disciplinada tenemos el ambiente propicio para que el aprendizaje se produzca. Qué debemos hacer entonces, para lograr esto? Empezar por mantener una posición firme, aunque no autoritaria, respetando a nuestros alumnos, conociéndolos, llamándolos por su nombre, y propiciando la fluida comunicación y el entendimiento.
Para terminar, una definición de disciplina encontrada en la web: "Estado en el cual el profesor y sus alumnos aceptan, observan y obedecen un conjunto de reglas acerca del comportamiento en el aula, cuya función es la de facilitar, de una manera fluida y eficiente el proceso de enseñanza aprendizaje”.1

1.La disciplina de los alumnos en el aula. En: http://www.rmm.cl/index_sub.php?id_seccion=6598&id_portal=811&id_contenido=10904