- No es mejor maestro el que sabe más, sino el que mejor enseña”. (Vanceli)
- No se enseña bien sino lo que se hace y quien no investiga no enseña a investigar. Ramón y Cajal.
- “Un profesor trabaja para la eternidad: nadie puede predecir dónde acabará su influencia” (H.B. Adams)
- “Si domas a un caballo con gritos, no esperes que te obedezca cuando le hables” (Dagobert D. Runes)
El tema a reflexionar en esta ocasión, y como término al trabajo realizado, engloba la totalidad de los temas desarrollados anteriormente, ya que un buen docente debe, entre otras cosas, saber el porqué y el para qué de la educación, manejar estrategias de didáctica, y saber evaluar e integrar a todos sus estudiantes.
Es ya sabido por todos el hecho de que los profesores marcan diferencias en sus alumnos y que influyen en el rendimiento de éstos, así como en su formación y desarrollo personal. Como ejemplo, tenemos que en la definición de Educador realizada por Luis Arturo Lemus, ya en la década de los ’70, se ve a éste como “la persona que ejerce la acción educativa y que influye en otra con propósitos de mejoramiento” 1. Todos tenemos, probablemente, el recuerdo de algún profesor o profesora que nos marcó con su ejemplo, y al que consideramos como un buen profesor. Asimismo, frecuentemente hablamos de que la Educación requiere de mejores profesionales, de BUENOS PROFESORES, pero ¿qué entendemos por un buen profesor o qué características debe tener éste?
Primero que todo, según mi parecer, lo fundamental en la docencia es sentirse comprometido con su labor, lo que requiere vocación. Un profesor sin vocación será un trabajador más, que desempeña sus labores sólo por un sueldo, y que ve la educación como una obligación más que como un compromiso. Un buen docente debe sentirse ligado a su comunidad educativa y a la realidad de sus estudiantes, así como debe sentir amor por la disciplina que enseña. Lo anterior contribuirá a lograr un clima armonioso y favorable para el aprendizaje, y a la motivación de sus estudiantes.
El profesor debe conocer muy bien los contenidos que enseña. Debe preparar sus clases y el material con que trabajará, es decir, no debe mostrar debilidades o ambigüedades que puedan confundir a sus estudiantes. Así, el Marco para la Buena Enseñanza, del Ministerio de Educación, (2) estipula que los conocimientos necesarios para un docente abarcan: Contenidos del campo disciplinario, de los alumnos a quienes va a educar, de los aspectos instrumentales de la docencia, del proceso de enseñanza y de las bases sociales de la educación. Según dicho marco, un buen profesor debe reconocer y comprender la realidad de sus educandos; debe poder establecer un ambiente propicio para el aprendizaje; debe analizar su práctica docente, teniendo habilidades de adaptación ante situaciones inesperadas y, por último, debe conocer el contexto educacional y social de la comunidad educativa de la que forma parte.
Referente a estos últimos puntos, ya dijimos que el profesor debe reflexionar sistemáticamente sobre su práctica, analizar el día a día, lo que ocurre en el aula, el rendimiento de sus estudiantes, sus progresos, evaluar el resultado de su tarea y saber rectificar cuando es necesario; pero, además, debe construir relaciones profesionales y de equipo con sus colegas, ya que esto le permitirá poder abordar problemáticas de los estudiantes en conjunto y realizar tareas de orientación conociendo más profundamente a los educandos. También debe asumir responsabilidades en la orientación de sus alumnos, ya que debe asumir sus responsabilidades, no como mero transmisor de conocimientos, sino como formador de personas. No debe subestimarlos, debe ser exigente con ellos, de manera de incitarlos y motivarlos a la auto superación y a la investigación. Debe confiar en ellos, darles responsabilidades y hablar franca y abiertamente los temas relacionados con el desarrollo intelectual y humano de éstos.
Resumiendo, dentro de las características que debe tener un buen profesor está el óptimo manejo de la disciplina que enseña, comunicando en forma clara y precisa los objetivos de aprendizaje. Debe contar con estrategias educativas, porque no sólo basta con saber el qué enseñar, sino que es fundamental saber también el cómo. Las estrategias de enseñanza deben ser desafiantes, coherentes y significativas para los estudiantes y tratar los contenidos en la clase con rigurosidad conceptual y realizando una transposición didáctica, para lograr hacer comprensible el saber erudito a los estudiantes. En cuanto a la evaluación de los estudiantes, realizará monitoreos constantes del proceso de comprensión y apropiación de los contenidos, así como de los avances y posibles deficiencias en el proceso, y entenderá la evaluación no como una manera de sorprender a los alumnos, sino como una retroalimentación. Establecerá un clima de aceptación, equidad, confianza, solidaridad y respeto en el aula, manteniendo normas de convivencia que permitan el desarrollo de las clases. En fin, pondrá atención a todas las áreas que lo ayudarán a realizar óptimamente su labor educadora.
1.-Lemus, Luis Arturo. Pedagogía, Temas Fundamentales. Editorial Kapelusz S.A. Argentina,1973.
2. Marco para la Buena Enseñanza. Ministerio de Educación. Chile.